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Cómo construir una vida en común armoniosa con familiares mayores
La vida en común con familiares mayores suele requerir una flexibilidad poco común, mucha paciencia e ingenio por parte de la generación más joven. A medida que las personas envejecen, su forma de pensar cambia, lo que provoca uno de los principales problemas de la vejez: la pérdida de flexibilidad en el pensamiento. Las personas mayores se guían por ideas y reglas aprendidas hace décadas y que pueden haber perdido su significado original desde entonces. Además, hay problemas con la memoria y el pensamiento en general. Esto da lugar a hábitos que pueden parecer extraños o incluso inconvenientes, y su necesidad de atención y cuidados aumenta notablemente.
Sin embargo, los expertos creen que comprendiendo estas peculiaridades psicológicas de la vejez es posible construir una convivencia normal. Un elemento clave del éxito de la convivencia es cambiar el enfoque de la comunicación: en lugar de apelar directamente a lo perdido, su flexibilidad lógica debería dirigirse a los sentimientos. En general, como en muchas otras situaciones, es la paciencia y el sentido del humor lo que mejor ayuda a evitar tensiones en las relaciones con las personas mayores.
Técnicas de comunicación: pasar de la lógica a la emoción
Una de las principales características de las personas mayores es la pérdida de flexibilidad de pensamiento. La generación de más edad suele guiarse por normas y percepciones aprendidas hace décadas, que pueden haber perdido ya su relevancia. Los argumentos directos o las pruebas lógicas de la ineficacia de estas reglas sólo pueden ofender o provocar tensiones.
Por lo tanto, si el comportamiento de la persona mayor no es perjudicial, es mejor dejarle actuar como está acostumbrado. Por ejemplo, si la abuela está convencida de que una mascarilla de frutas alisa las arrugas a su avanzada edad, está en su derecho y no hay que negárselo.
Usa el humor y la paciencia. En situaciones en las que las personas mayores intenten extender sus normas anticuadas a tu vida (por ejemplo, respecto a la frecuencia con la que te lavas el pelo con jabón), prueba métodos de agitación visual o humor ligero en lugar de discutir. Puedes hablar apasionadamente de las propiedades únicas de los productos modernos o establecer paralelismos con el pasado. Mencionar que lavarse el pelo con poca frecuencia en el pasado se debía a razones económicas más que al cuidado del cabello también puede funcionar.
La técnica del enroque, o transferencia de sensaciones
Esta técnica es una forma eficaz de comunicarse cuando una persona mayor impone insistentemente su opinión o consejo basándose no en argumentos lógicos, sino en sus propias sensaciones físicas o hábitos arraigados.
La cuestión es que las personas mayores, al observar a las más jóvenes, proyectan sin darse cuenta sus experiencias y sus limitaciones físicas actuales sobre ellas. Por ejemplo, si la propia abuela siente debilidad en los brazos, empieza a preocuparse de que seguramente se le caerá una lata de leche pesada si no lleva una bolsa extra. Del mismo modo, una persona que ha llevado pañuelo en la cabeza durante la mayor parte de su vida puede sentir físicamente «frío» en la cabeza si sale sin sombrero.
Para evitar el conflicto y eliminar la insistencia, puede funcionar la técnica de la transferencia de sentimientos, que puede ayudar a una persona mayor a sentir el malestar que está creando en alguien. En lugar de discutir sobre la lógica de llevar un sombrero o un bolso, debes intentar transferir su sentimiento a sí mismo creando una situación en la que sienta una incomodidad similar. Un buen ejemplo es la frase: «para mí, llevar un sombrero es lo mismo que ir por ahí sin bufanda».
Esta comparación permite a la persona darse cuenta de que su exigencia te está creando una incomodidad que ella misma nunca querría soportar. Este método puede ayudar a acabar con la «tiranía» constante de los consejos de forma rápida y sin ofender, ya que la persona mayor, una vez abandonado el experimento, se dará cuenta de que sus sentimientos no son universales.
Cambiar el entorno en lugar de cambiar a la persona
A menudo, los problemas que causan las personas mayores en la vida cotidiana no se deben a que sean malas o testarudas, sino a que les resulta físicamente difícil comportarse de otra manera. Los cambios relacionados con la edad hacen que ciertas actividades resulten incómodas: si una persona tiene dificultades para alcanzar una estantería alta, es probable que deje todos los objetos necesarios, como tarros o tazas, encima de la mesa. Si a una persona le resulta difícil ir a dar de comer a sus mascotas, es probable que les tire un trozo desde su escritorio.
Este fenómeno está estrechamente relacionado con el llamado «comportamiento de campo», característico de muchas personas mayores. Actúan en respuesta a señales inmediatas que afectan a sus sentidos, como la visión de una mesa abarrotada o los maullidos de gatos hambrientos. Al hacerlo, pueden olvidarse de tareas prioritarias o circunstancias importantes, como el hecho de que el suelo se fregó hace media hora.
Convencer a una persona mayor de que cambie este comportamiento o hábito es una pérdida de tiempo. Es mucho más fácil y eficaz cambiar la situación en sí, es decir, organizar el entorno que le rodea. Esto significa colocar los artículos de primera necesidad no en estanterías altas o incómodas, sino en lugares de fácil acceso, como los cajones de la mesa de la cocina.
También es importante minimizar las señales externas que desencadenan comportamientos no deseados: hay que dar de comer a los animales antes de sentarlos a la mesa, o encerrarlos en el pasillo. Este método, que consiste en cambiar la organización del espacio en lugar de la persona, ayuda a evitar muchos problemas domésticos.
Mantener el interés mediante la comunicación
A menudo se ve a las personas mayores contando las mismas historias, lo que suele cansar a quienes las rodean. Sin embargo, esta repetición es una clara señal de su necesidad de atención y estimulación cerebral.
En lugar de escuchar las historias con «una oreja» o distraerse con sus propios pensamientos, hay que mostrar un interés genuino. Una técnica clave es hacer preguntas de seguimiento sobre los detalles, y luego más y más, profundizando en los recuerdos. Por ejemplo, en lugar de limitarse a asentir, se puede preguntar por una antigua receta, dicho o ritual mencionado en la historia.
Este enfoque no sólo revela nuevos detalles interesantes de la historia familiar o cultural desconocidos hasta entonces, sino que también hace que el cerebro de la persona mayor trabaje activamente para reconstruir detalles olvidados.
Participar en cosas ayuda a los mayores a vivir más
Está científicamente demostrado que la muerte de las neuronas puede acelerarse a partir de los cuarenta años debido a su inactividad y a la menor necesidad de comprender nueva información. Con el tiempo, al estrecharse el círculo de actividades, recuerdos y pensamientos habituales, las células que ya no son necesarias mueren, y la degradación de la memoria y el pensamiento se hace irreversible. Para retrasar el envejecimiento y preservar las funciones cognitivas, el cerebro debe trabajar constantemente.
Una convivencia prolongada y cómoda con familiares mayores depende en gran medida de que se apoye su actividad mental y su participación constante en la vida familiar.
Encontrar actividades viables e integrarlas en la vida cotidiana
Aunque a menudo resulta tentador que los miembros más jóvenes de la familia lo hagan todo ellos para que la persona mayor «no estorbe», esto es estratégicamente erróneo. Al contrario, merece la pena encontrar actividades que no sean físicamente gravosas para la persona mayor y que mantengan la sensación de exigencia y utilidad. Una persona ocupada no tiene ni el tiempo ni la oportunidad de vigilar constantemente a los demás y aburrirles con consejos.
Para estimular la actividad mental hay que poner regularmente libros sobre la mesa cerca del lugar favorito del familiar, comentar con él lo que ha visto en la tele o incluso ofrecerle probar algún producto exótico que requiera la comprensión de una nueva experiencia. Así se garantiza un flujo regular de información nueva y se mantiene la actividad neuronal.
Cuanto más se acerquen nuestros familiares a la vejez, más flexibles, pacientes e ingeniosos en la comunicación tendremos que ser. Así, la vida con los mayores traerá menos preocupaciones y quejas.
