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Según los psicólogos, es este ritual «derrochador» el que a menudo tiene el mejor efecto – para el cuerpo y para el cerebro
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Los psicólogos dicen que elegir un baño en vez de una ducha no es sólo cuestión de higiene o estilo de vida. Detrás hay patrones emocionales y de comportamiento más profundos que pueden decirnos más de lo que parece sobre una persona. Según una nueva investigación, quienes se bañan con regularidad comparten rasgos comunes que van desde la tendencia a la reflexión hasta la capacidad de aceptar su propia vulnerabilidad, escribe VegOut.
El calor emocional como sustituto de lo social
Ya lo han demostrado varios estudios, entre ellos un experimento de la Universidad de Yale: las personas que se sienten solas son más propensas a darse baños calientes, a veces más largos y calientes de lo habitual. «El calor físico compensa la falta de calor emocional», explican los psicólogos.
El proceso prima sobre la eficacia
A diferencia de una ducha rápida y funcional, un baño requiere tiempo e intención. Los amantes del baño se toman su tiempo, prefieren el ritual a la optimización.
Confort en la intimidad y menores niveles de estrés
Las pruebas científicas sugieren que los baños calientes regulares se asocian a una mejor calidad del sueño, menores niveles de estrés y un bienestar subjetivo general. Y todo ello sin la obligada interacción social. Los amantes del baño no huyen de la soledad: saben convertirla en un recurso.
La salud mental es una prioridad
Darse un baño «en mitad del día» o después del trabajo es una elección a favor de uno mismo frente a la productividad. Los estudios lo demuestran: sumergirse en agua caliente reduce la fatiga y el dolor, mejora la salud de la piel y reduce el estrés. Y es cuando el tiempo pasado «inútilmente» tiene mayores beneficios.
Reflexión y creatividad
El silencio, el calor y unos estímulos mínimos crean las condiciones ideales para una reflexión más profunda. Mucha gente lo confiesa: las mejores ideas surgen en el cuarto de baño.
Rituales y atención plena
Sacar el agua, comprobar la temperatura, crear una atmósfera… todo esto convierte un baño normal en una miniconceremonia de atención plena.
Voluntad de ser vulnerable
La bañera es un espacio para estar a solas con las emociones reales. Sin armaduras. Sin distracciones. Es una elección para ser suave cuando el mundo exige dureza.
Si eliges bañarte, no es un capricho ni un hábito de la infancia. Es una manifestación de tu forma de vivir las emociones, de apoyarte y de crear un espacio en el que por fin puedes exhalar.
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